El estrés es una respuesta adaptativa natural de nuestro organismo frente a una urgencia o amenaza vital tanto real como imaginaria. Puede ser algo ambiental,un intento de agresión, un accidente inminente o bien de tipo psicológico como la pérdida de un trabajo, de pareja.
El estrés genera una respuesta de “lucha, huida o paralización” (fight or flight).Un evento estresante provoca una cascada de hormonas como la adrenalina y el cortisol, aumenta la presión cardíaca, el ritmo cardíaco, tensión de los músculos y nos hace sudar; entre otras reacciones viscerales/somáticas que nos predisponen a estar preparados para una situación de alarma.
Desafortunadamente nuestro cuerpo puede reaccionar con estrés ,antes situaciones en las que nuestra supervivencia no está comprometida como sí le sucedía a nuestros antepasados cazadores y recolectores tan sólo 10.000 años atrás, tales como un atasco de tráfico, sobrecarga en el trabajo, problemas familiares y otros.
Las respuestas de estrés puntuales son como hemos dicho mecanismos naturales, el problema viene cuando sostenemos el estrés en el tiempo y este se hace “crónico”.
Los investigadores han relacionado el estrés crónico con numerosas enfermedades tales como hipertensión arterial, trastornos gastrointestinales,ansiedad,depresión,obesidad,adicciones,colesterol,y diabetes ya que es capaz de modificar estructuras y funciones en nuestro cerebro y desajustar nuestro sistema nervioso autónomo ( SNA ) a largo plazo
Cuando uno sufre una situación de estrés ,la amígdala,una zona del cerebro que tiene que ver con el procesamiento emocional, en especial del miedo, manda una señal al hipotálamo, este se comunica con el resto del cuerpo a través del sistema nervioso autónomo, que controla las funciones involuntarias del cuerpo como la respiración, la presión arterial, la frecuencia cardíaca, la motilidad intestinal, la digestión,etc.Entre un 80-90% de los procesos de nuestros cuerpo son automáticos, y no tenemos consciencia de ellos.
Tras la señal de alerta de la amígdala el hipotálamo activa la rama simpática del sistema nervioso autónomo.
El sistema nervioso autónomo tiene dos ramas, la simpática y la parasimpática. La rama simpática es activadora y desencadena la respuesta de “lucha o huida”, mientras que la parasimpática activa nuestra recuperación, es una especie de “freno” y tiene que ver con “descansar y digerir”. En la mayoría de las personas existe una descompensación en el Sistema Nervioso Autónomo, un desequilibrio que puede perjudicar muy seriamente nuestra salud eventualmente conduciéndonos a la muerte.
Tras la señal de alerta de la amígdala el hipotálamo activa la rama simpática del sistema nervioso autónomo enviando señales a las glándulas suprarrenales, segregando estas adrenalina que se bombea al torrente sanguíneo, lo que provoca diversos cambios en el organismo ,tales como aumento del pulso cardíaco para enviar más sangre a los músculos y otros órganos.La presión sanguínea aumenta y la persona respira más rápidamente, así oxígeno extra se manda al cerebro para aumentar la alerta ,agudizando a su vez los sentidos como la vista y el oído. La adrenalina desencadena también la liberación de glucosa y grasas almacenadas en el cuerpo, para aumentar la energía.
Estos cambios se producen a tal velocidad que la persona no es consciente de ello.
A su vez el hipotálamo activa el segundo componente de la respuesta de estrés, el Eje Hipotalámico-Pituitario-Adrenal. Así el hipotálamo segrega la hormona corticotropa que viaja a la glándula pituitaria, segregando esta la hormona adenocorticotropa, que viaja a las glándulas suprarrenales que segregarán cortisol

La Respuesta de Relajación
Recomendamos revisar nuestras aperturas anteriores.La investigación científica demuestra que las técnicas de meditación de consciencia plena y la respiración abdominal son muy eficaces en disminuir nuestros niveles de estrés,entre otras estrategias.

Es una cuestión de supervivencia,regula tu estrés por el bien de tu salud.

 

APERTURA 5 NEUROEMBODYMENT Y LA RESPIRACIÓN/MEDITACIÓN CONTANDO LA RESPIRACIÓN

Fuente : Universidad de Harvard

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